Recorrimos más de 10.300 Km en 21 días a través de 13 países. Tuvimos un sólo día de descanso, por lo que el promedio diario fue de 490 Km. La etapa más larga fue de 928 Km, y la más corta de 209.

Disponíamos de muchas horas de luz para rodar. Durante las primeras etapas el sol se ponía más temprano, pero también salía antes. En Ucrania y Rusia, al ir hacia el norte, los días se iban alargando hasta disponer de casi 20 horas de luz útil.

En Marzo de 2.005 empezamos a hablar sobre la realización de un viaje de largo recorrido. En un principio la idea no era parar en San Petersburgo, sino seguir hacia Cabo Norte (Noruega). No obstante era imposible por el factor tiempo (So pena de divorcios y despidos laborales).

Sólo para Rusia. Desde Septiembre de 2005 no hacen falta para Ucrania.

Se puede conseguir en la embajada Rusa en Madrid o en el consulado en Barcelona. Muy poco recomendable, ya que hay que ir en persona y perder horas (Su atención telefónica es muy deficiente).

Lo ideal es conseguir el visado a través de una empresa especializada, como por ejemplo Sanpetersburgo.com. Nosotros lo hicimos a través de otra gente, viajararusia.com, pero a éstos NO os lo recomendamos ya que, además del visado, pagamos por un seguro médico que jamás llegamos a recibir (Ni volvimos a ver el dinero, claro).

9 de los 21 días dormimos en cámpings. 2 noches las pasamos en un hotel "decente" en San Petersburgo y el resto de días (todos en Ucrania y Rusia) dormimos en las llamadas gastinitzas. Este concepto engloba desde pensiones de moralidad dudosa hasta hoteles soviéticos remodelados.

LLevamos walkies Cobra con adaptadores para casco Alan. Mediante un cable extensor dispusimos de un sistema Push To Talk que llevamos sujeto al manillar o a la mano y que accionábamos para hablar. Sin duda fue la mejor inversión del viaje; ahora no lo concebiríamos sin poder comunicarnos constantemente.

Muchísimo. Entre Ucrania y Rusia estuvimos 8 días en regiones de habla rusa. Nos fue necesario para entender los mapas y las señales de las carreteras, ya estaba todo en cirílico. En segundo lugar en las zonas rurales por las que pasamos no se hablaba nada que no fuese ruso, por lo que nos fue imprescindible para entender indicaciones, pedir según qué comida o bebida y, como no, para ganarnos un poco la simpatía de las gentes del lugar.

Llevamos tanto cámaras fotográficas como de vídeo. Estas últimas iban montadas en cada moto con soportes especiales.